viernes, 21 de octubre de 2011

Madrid y echar de menos.

Qué combinación de sentimientos pueden llegar a tenerse, te sientes tan pequeña en una ciudad tan sumamente grande... la emoción es indudable ,quieres recorrerte cada calle escondida, comprarte un café todas las mañanas para no dormirte en la Universidad , me hace gracia, como si eso te hiciese más mayor... pedir un carnet de 18 a alguna de tu residencia para irte de fiesta, porque decidiste nacer un 22 de noviembre, ir en el metro y observar que cada persona esconde una historia y que a veces un poco de música te hace sonreir y olvidarte del estrés, querer estudiar y no poder, porque siempre llaman a tu puerta con algún plan como recorrerte las calles de Gran Via y Sol, conocer a gente igual que tú y echarte unas risas en la sala común, ser independiente. Pero entonces llega la noche, y como tu madre no te dice cariño descansa que tienes clase mañana, te tiras horas al ordenador o hablando en la habitación de alguna y cuando llega la hora de meterte en la cama aparece la nostalgia, la nostalgia de que llevas viviendo 17 años dependiendo de tus padres y de tus amigos, los cuales siempre han estado ahí para ayudarte, la nostalgia de que sabías donde estaba cada cada rincón escondido, lo que tardabas en llegar a cada lado, las risas del rio, el perreo en Vía 26, las tardes de charlas y pelis, e incluso el estrés de estudiar 2º de bachillerato... y es que como este año ninguno,no cambio nada ni a nadie, y a pesar de que ya ha comenzado una nueva etapa y tengo ganas de vivir mis 18 al máximo, los 17 por ahora se llevan la palma, porque te das cuenta de que aunque haya momentos que quieras empezar de 0, es imposible y terminas no queriendolo, porque siempre recordarás mil días increíbles que estoy segura de que se repetirán cada fin de semana que vuelva allí, porque la verdad es que lo echo de menos.


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